Factores como la contaminación ambiental, el estrés, el tabaco, el maquillaje, etc… hacen que nuestra piel se ensucie y vaya perdiendo luminosidad y vitalidad. 

Las glándulas sebáceas producen una sustancia llamada sebo, que se vacía en la superficie de la piel, a través de los orificios de los folículos polisebáceos. Muchas veces este sebo junto con bacterias y células taponan el orificio de desembocadura de la piel, se van acumulando en los poros y forman los puntos negros, los granitos y las imperfecciones en la piel.

Por tanto, la limpieza de cutis es una rutina indispensable tanto para la higiene como para mantener la piel del rostro más luminosa. Se debe realizar en cada cambio de estación, y como preparación previa antes de cualquier tratamiento facial para obtener mejor resultado.

Se trata un tratamiento que dura aproximadamente tres cuartos de hora y que proporciona, además de una piel limpia y sin puntos negros, un rostro más terso, liso y luminoso.